CARMEN MORALES

A pesar de las muchas clasificaciones que de las artes encontramos entre los distintos sabios del islam, y por ende, de Al-Andalus, todas ellas vienen a confirmar la importancia del arte en el mundo islámico. El arte, entendido como la manifestación más exterior de una civilización o religión, refleja lo más íntimo de dicha civilización; en el caso del islam, el arte representa una proyección de determinados aspectos de la Unidad divina.

El neoplatonismo árabe entiende las artes como una superación de la materia y sus defectos para elevarse a cotas superiores de espiritualidad, o bien como una manifestación de la pureza del alma, puesto que es ella la que transforma y perfecciona la naturaleza bruta. De la superioridad del alma, el filósofo humanista Al-Tawhidi (siglo IV-V) nos dice: «… el alma se encuentra más allá de la naturaleza, sus actos están más allá del movimiento, fuera del tiempo; por eso, su observación de las cosas no depende del pasado, del presente ni del futuro, sino que es invariable, y cuando no le estorban los obstáculos de la materia ni las barreras de los sentidos y de las percepciones sensibles, capta las cosas revelándose en cualquier tiempo…».

Para Al-Tawhidi la función del arte islámico es análoga a la de la naturaleza virgen, y teje una correspondencia entre arte y naturaleza: si bien el arte imita a la naturaleza y depende de ella, puesto que su nivel es inferior, también la naturaleza necesita del arte, pues este sigue los dictados del alma (entendida como la parte de divinidad primordial del ser humano) y del intelecto. El arte dirige a la naturaleza, puntualiza.

Establece así una relación directa entre arte, naturaleza y alma, y define el arte como la posibilidad de llevar la naturaleza a su perfección gracias a la actuación del alma: «puesto que el arte imita a la naturaleza, cuando un artesano fabrica una estatua con una materia apropiada, la forma natural recibe de él su perfección y corrección. El artesano se alegra, se regocija y siente admiración y orgullo por la certeza de su acción y el haber pasado lo que llevaba en potencia a acto en consonancia con su alma y su naturaleza. Esa es la misma situación de la naturaleza respecto al alma, porque la relación del arte con la naturaleza, al imitarla, es la misma relación de la naturaleza respecto al alma, que la imita también». La belleza es la sustancia del arte, y es el alma la que transmite belleza y perfección a la materia a través del trabajo del artesano; la misma belleza y perfección que existe en la naturaleza, reflejo a su vez de la armonía del universo. El arte es el que logra la perfección de la naturaleza y logra armonizarla con el alma.

En definitiva, la belleza se define, con sabias palabras, como aquello «cuyos órganos son perfectos, sus partes armónicas y es agradable para el alma».