Recomendaban los clásicos “hacer de la necesidad virtud” y ese consejo nos sirve para orientarnos en estos tiempos difíciles, que afectan a la sociedad global, sobre todo en el llamado primer mundo, sumido en una crisis económica de dimensiones aún no precisas, pero que sin duda repercute de mil maneras en todos los lugares de la Tierra. Se trata en origen de una crisis financiera, pero que está desembocando en una revisión profunda de los porqués de la existencia de los seres humanos y muchos detectan su reconversión en una crisis de valores, propia de un tiempo histórico que registra la caducidad de los sistemas y la necesidad de sustituirlos por otros, desafiando la imaginación y la creatividad.

Aquí está la oportunidad que se nos brinda a los que sentimos la necesidad de encontrar sentido a la existencia, una oportunidad para hacernos preguntas y constatar qué es lo que tiene valor, qué es lo que permanece más allá de los cambios, qué es lo que merece la pena.

La Filosofía como búsqueda, es un camino hacia las respuestas, gracias a los sabios que nos dejaron sus interpretaciones y es el momento de escucharlas.

Decía Hegel que “lo espiritual es lo real”. Hermosa máxima para estos tiempos inciertos, en que la base material de nuestras vidas reclama nuestra atención y provoca nuestros miedos, una vez que las ilusiones de prosperidad parecen borrarse en nuestro horizonte.

Un buen momento para centrarse en lo más elevado de nosotros mismos, sabiendo que lo que denominamos espíritu es lo real y cierto, lo que permanece más allá de los cambios. La Filosofía nos proporciona la luz que necesitamos para avanzar por el laberinto de la vida y encontrar en la confusión de las crisis, las oportunidades para seguir construyendo un mundo más justo, más bueno.